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lunes, 14 de julio de 2014

Las perlas de Tahití

   El nombre de perla de Tahití no es el más adecuado, a menudo ni son negras ni proceden de Tahití. Las llamadas perlas negras se cultivan en islas periféricas de la Polinesia francesa, en las islas Gambier y en el archipiélago de Tuamotú.

   La perla cultivada de Tahití debe su nombre de la isla principal de la Polinesia francesa, situada en el centro del Pacífico

   Las islas Tuamotú - Gambier son la capital del cultivo de perlas en la Polinesia. En estas islas, de los 400 atolones que hay en el planeta, se encuentran unos 78 de ellos. Los atolones son coronas coralinas que crecen en el oceáno sobre los restos de volcanes que llevan millones de años inactivos. Son un milagro de la ecología, que extraen sus nutrientes de las profundidades, ricas en sales minerales, mientras la corona coralina absorbe la luz del sol tropical para extenderse mediante la fotosíntesis. El calentamiento global por el efecto invernadero amenaza a muchos de estos ecosistemas, que podrían quedar sumergidos si el nivel del mar sigue subiendo.

   La mayoría de las especies de molúscos capaces de producir perlas son de la familia pinctada. La especie única de la Polinesia francesa es la pinctada margaritífera, una ostra de labios negros. Especie muy valorada por el nácar de su concha y por las enormes perlas grises o negras que produce. La margaritífera suele vivir unos treinta años y puede llegar a pesar cinco kilos, con un diámetro de unos treinta y cinco centímetros. La diferenciamos por el color negro verdoso con reflejos rosados del borde interior de su concha, que a menudo se traslada a las perlas de este molusco.

   Los dos órganos más importantes para la producción de perlas son el manto y las gónadas. El manto forma la concha segregando varias capas de nácar y las gónadas se ocupan de la reproducción. Para el proceso de cultivo de perlas se introduce un núcleo y un segmento de tejido del manto en el saco de las gónadas. El nácar es el ingrediente esencial de toda perla, compuesto de aragonito y conquiolina. La composición química de la perla varía en cantidades mínimas según el agua.

   El grosor del nácar que envuelve al núcleo, es el resultado de la paciente secreción por el animal de unas mil capas concéntricas. Varía según la temperatura del agua, durante la época de frío se ralentiza el metabolismo de la ostra y las capas son más finas. Gracias a sus gruesas láminas, la perla cultivada de Tahití ofrece una resistencia y un oriente muy considerables. Sin embargo, no olvidemos que la ostra es un animal y cada individuo produce sus perlas según sus propias posibilidades. Por esto entre perlas de la misma zona podemos apreciar diferencias en el grosor y el color de las capas del nácar.

   A veces aparecen perlas negras naturales, pero la gran mayoría proceden del cultivo. Las naturales suelen tener menor lustre y mayor tamaño que las cultivadas.

   El cultivo es un proceso doble: Primero hay que criar la ostra para luego cultivar la perla en su interior. Se utiliza la misma técnica que desarrolló Mikimoto para la industria perlífera japonesa. La pinctada margaritífera segrega tres o cuatro capas de nácar al día, y en dos años alacanza un grosor de aproximadamente dos y medio mm, mientras que en el mismo tiempo la akoya solo alcanza un mm. Si a los dos años ha habido éxito y se ha creado una perla, habrá que extraerla con cuidado, lavarla, secarla y pulirla con una solución salina antes de su selección y clasificación. En muchas granjas se realizan dos o más cosechas al año, y en algunas se aprovecha la misma ostra para repetir el injerto tras un período de descanso. 

Los cincos factores para evaluar las perlas negras de la Polinesia son: 
  • El color. El color natural de las perlas de Tahití va del gris al negro, pero el efecto de la luz sobre la superficie crea una amplia variedad de tonalidades. Colores como el verde, púrpura, aguamarina, azul, todas las tonalidades de gris y los iridescentes. 
  • El lustre. El lustre de una perla es su brillo y la capacidad de su superficie para reflejar la luz.
  • La forma.
  • El tamaño.
  • Las características de superficie.
   La perla de Tahití con mayor tamaño que se haya registrado es de unos veintiun mm. La forma más solicitada es la redonda, que también es la menos frecuente en las perlas de Tahití.

  En la actualidad, las perlas de la Polinesia se cultivan en cooperativas o granjas privadas como la empresa de Robert Wan (que produce el 70 % de las perlas). Robert es el propietario de tres islas a más de dos mil km de Tahití, reconocidas por la alta calidad de sus perlas. Es propietario también de la mayor perla natural hallada en la Polinesia francesa, la perla Robert Wan, con diámetro de veinte a veinticinco mm.













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Atolón de las islas Tuamotú

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